martes, 26 de agosto de 2008

Prórrogas, tercer canal y reelección

El lunes 11 de agosto, un grupo de ciudadanos avalado por el gobierno nacional presentó ante la Registraduría cinco millones de firmas para permitir un tercer mandato del Presidente Uribe.

El intimidante número de firmas hará que varios congresistas voten a favor de una reforma que en conciencia no habrían aprobado sin este martillazo plebiscitario. Pocos dudan de que la segunda reelección producirá una concentración de poder, tal vez similar o, en mi opinión, tal vez mayor que en periodos como la dictadura de Rojas Pinilla o los gobiernos de la regeneración.

La concentración venidera empieza por lo obvio. El Ejecutivo ejerce jerarquía sobre las Fuerzas Militares; controla los ministerios en un esquema gobierno-oposición; dirige al Congreso por medio de sus amplias mayorías. En las últimas elecciones regionales, los partidos de la coalición - salvo Bogotá, Santander y Atlántico – aferraron su control sobre las entidades territoriales, de todas formas muy dependientes de la cofinanciación nacional para sus grandes proyectos de inversión.

A este panorama se agrega una particularidad de estos días: el control sobre los medios de comunicación. No se trata de una burda toma de canales, estilo Correa o Chávez. Consiste en la instrumentalización de herramientas administrativas, no para doblegar o confiscar medios de comunicación, pero si para neutralizar la tentación de ciertas posiciones editoriales. Sutil y silenciosamente, el Gobierno tejió unas claras pero cuestionables mayorías en la Comisión Nacional de Televisión (CNTV), de tal forma que hoy tiene el sartén por el mango a la hora de decidir si prorroga o no la licencia de los dos canales privados y será esa misma comisión la que adjudique el tercer canal. Tanto estas oprobiosas prórrogas, como la adjudicación del tercer canal, coincidirán con los tiempos decisivos de la reelección en 2009.

Y esto no es un asunto de poca monta. Además de la discrecionalidad a la hora de decidir sobre el futuro de los dos canales privados - uno de ellos del mismo grupo que el Espectador - en la licitación del tercer canal participarán los principales medios restantes. Prisa (Caracol), Planeta (El Tiempo), CMI y los principales periódicos regionales ya son parte de la licitación.

Con todo esto, no quiero decir que nuestros medios vivan amordazados o doblegados y no creo que lo permitirían; además la mayoría muestra una clara independencia. Lo que sí es inobjetable es que se encuentran en una situación incomoda en unos tiempos en que el Gobierno debería asegurarle a los colombianos, y a los mismos medios, las mayores garantías democráticas. Para los medios, esta situación es como vivir bajo la espada de Damocles.

Frente a este panorama, solo faltaría un intento de cooptación de la hoy independiente rama judicial. Y pareciera que esto es lo que busca la reforma judicial en borrador que anda rondando como un fantasma por los pasillos del Congreso.