martes, 16 de diciembre de 2008

¿Negar la “donbernabilidad”?

La pauta oficial lo puede todo. Entre Une y EPM van a terminar por a hacerle creer a los colombianos que en Medellín nunca hubo un acuerdo de gobernabilidad entre la alcaldía de Sergio Fajardo, y su secretario de gobierno Alonso Salazar, con la tenebrosa oficina de envigado de alias “don berna”. Declaraciones de paras recogidas por la ONG IPC de Medellín, hasta testimonios de sectores políticos y sociales dan fe de esa alianza que permitió maquillar las cifras de la violencia durante la alcaldía del Dr. Fajardo.

El mismo comisionado de paz Luis Carlos Restrepo – el más autorizado de los testimonios - señaló en entrevista en EL TIEMPO la indebida cercanía entre la oficina de envigado y la alcaldía de Fajardo. El Dr. Restrepo señaló que en repetidas ocasiones le manifestó al alcalde su incomodidad por los acuerdos poco ortodoxos entre los supuestos ex paras de “don berna” y la secretaría de gobierno de Fajardo.

En Antioquia nunca hubo una desmovilización de las estructuras mafiosas y paramilitares del Valle de Aburrá. A diferencia de las mafias de Mancuso o de Jorge 40 que fueron desmanteladas y desmovilizadas, la oficina de Envigado nunca se desmovilizó, y por el contrario se escondió tras un antifaz de reinserción llamado la Corporación Democracia y Paz. Estas estructuras siguieron delinquiendo pero con discreción para no dejar al descubierto su falsa desmovilización. Es así como su modalidad criminal consistió en regular todas las expresiones delincuenciales de esa zona urbana del país y en cobrar por ellas. Al mismo tiempo, se impartieron instrucciones en el sentido de limitar el número de atracos, de regular las ollas, de establecer un límite al robo de carros y de exigir que las muertes violentas se hicieran fuera del área urbana o que se desapareciera cualquier rastro de los cuerpos.

Es así como la alcaldía de Fajardo y Salazar, patrocinada hasta la saciedad por José Obdulio Gaviria, terminó por maquillar las cifras de violencia en Medellín. En el momento en que extraditan a Don Berna, el único capaz de regular y de ponerle orden a esas mafias, la capa de maquillaje se desvaneció para mostrar la realidad podrida de violencia y narcotráfico; y le estalló en la cara a Alonso Salazar, no a Fajardo.

Fajardo y Salazar fueron los candidatos de José Obdulio Gaviria; no creo que se atrevan a desmentir la amistad y el apoyo recibido, como tampoco creo que desmientan que el hermano de Gaviria trabajaba muy de la mano con fajardo y Salazar en la secretaría de Gobierno, la encargada de la interlocución con los falsos desmovilizados.

Hoy “don berna” está extraditado; “Memín” está preso; y lo que han venido declarando ya no tiene credibilidad para algunos que desconocen que las pruebas se analizan en conjunto. Por otro lado, a “Job”, al “negro Elkin” y a otros lugartenientes de “don Berna” los han venido asesinando y ridículo es pensar que por el mismo “berna” hoy extraditado y sin poder. Fajardo y Salazar ganaron las elecciones contra todos los pronósticos, y siempre patrocinados por José Obdulio Gaviria, el cercano amigo y aliado de un narco más rico, hábil y poderoso que Pablo Escobar y jefe de Don Berna durante el tiempo de los pepes, el tenebroso Guillo Ángel, también conocido con el alias de “ruana negra”.

martes, 9 de diciembre de 2008

¿Qué pasa con la movilidad en Bogotá?

Movilizarse por Bogotá es un vía crucis. Los trancones interminables, los transbordos entre un medio de transporte y otro, el tiempo de espera y las grandes distancias de los recorridos, van a agravarse con la construcción de la tercera fase de Transmilenio -Calle 26 y Carrera 10-, aunada a la falta de firmeza frente a la sobreoferta del servicio público de transporte.

Según la Cámara de Comercio de Bogotá, el 46% de los 15.600 kilómetros de la malla vial de la ciudad está en mal estado; el 18%, en regular; y el 36% se encuentra en buenas condiciones -la malla vial local, es decir, la de los barrios-, es la que está en peor estado. Esto en contraposición con las vías arteriales que -según el IDU- son las que se encuentran mejor acondicionadas. Estos datos resultan significativos en la medida en que el estado de la malla vial incide, directa y proporcionalmente, en el tiempo promedio de un viaje. Así, en Bogotá el 68% de los ciudadanos se demora entre 35 y 50 minutos; el 37%, entre 50 y 65 minutos; y el 3% -restante-, entre 65 y 80 minutos en sus recorridos diarios. De otro lado, y de igual importancia está el hecho de que mientras en 2005 el índice de motorización era de 82.6 vehículos por cada mil habitantes, en 2007 este índice aumentó a 84.7 vehículos por el mismo número de habitantes; es decir, el número de automotores creció más rápidamente que la población de la ciudad en donde se dio un aumento de 1.87% para el mismo año.

Con respecto al sistema de transporte masivo Transmilenio, cabe señalar que a pesar de que se ha dado un aumento en el número de usuarios -en enero de 2001 el sistema movilizó en total 326.144 pasajeros, mientras que en enero de este año se movilizaron 1.205.689 usuarios-. Las quejas por la mala calidad del servicio, así como los altos índices de inseguridad, han puesto al sistema bajo el ojo del huracán, haciendo que incluso varios grupos de la famosa página de contactos, Facebook, hayan encontrado en el inconformismo de los bogotanos uno de sus temas recurrentes.

Además de grandes decisiones como el Metro, vías de dos niveles y el final de la tolerancia con las trampas en la chatarrización, es indispensable adoptar nuevas medidas públicas, pues -como vamos- para el año 2018, será más rápido desplazarse por las principales vías de Bogotá: “Caminando que en carro”. Es el momento entonces de tomar decisiones e implementar programas en los cuales, por ejemplo, el ciudadano y no el parque vehicular, se convierta en el principal protagonista de la movilidad. Con más pico y placa, peajes en la ciudad para acceder a ciertas zonas y utilización masiva del transporte público. Igualmente, es necesario volver masivamente a los programas de cultura ciudadana, que tuvieron su época de oro con Mockus, con mano firme para garantizar la calidad del transporte masivo y con soluciones de fondo para disminuir el tiempo promedio de recorrido que emplea un ciudadano al desplazarse en el transporte público y la distancia que existe entre los diferentes sectores de la ciudad. Todo esto porque pareciera que las virtudes aprendidas en el pasado se han venido esfumando como la plata de las pirámides actuales.