Más que la agresividad y la experiencia del equipo negociador gringo, lo que más nos debe preocupar en la negociación del TLC es nuestra propensión ideológica para aceptar los acuerdos que más convienen a los Estados Unidos.
Podría pensarse que la época de las tormentas ideológicas culminó con la caída del muro de Berlín. Así nos lo quiso dar a entender Fukuyama, autor de El Fin de
Para defender a ultranza al TLC, muchos acuden a la pseudo ley natural de la especialización en el comercio internacional enseñada por Smith en el siglo XIX. Acuden a la fuerza de los argumentos simples: si en una sociedad hay personas que se dedican a ser peluqueros y otras abogados, es apenas lógico entonces que unas naciones se especialicen en microchips y servicios financieros y otras -como pareciéramos auto-condenarnos- en uchuvas, flores y eventualmente en una industria textil (con materia prima cotton USA, por supuesto) de escaso valor agregado.
No sé si las recientes autopistas matemáticas de la econometría impiden que nuestros economistas vean el fondo teológico del pensamiento de Smith. Detrás de sus planteamientos, encontramos la filosofía de las luces escocesas, expresión de las tesis más fundamentalistas del calvinismo. Es decir, unos nacieron predestinados y por lo tanto son ricos porque exportan bienes de alto valor agregado; otros nacieron condenados y su expresión terrenal son las chichiguas de sus exportaciones. La distribución actual de las ventajas conseguidas por unos países debe mantenerse inmutable y no puede ser mejorada. Por algo Smith sustituyó el concepto secular de la mano invisible por el de providencia.
El historiador Eric Hobsbawm explica que hace 150 años, los teóricos del mercado libre (en aquella época británicos) dijeron a los alemanes que debían incrementar su producción agrícola, venderla a los ingleses e importar de Gran Bretaña los productos manufacturados, puesto que sus ventajas comparativas en remolacha y cereales eran imbatibles y los ingleses producían bienes industriales a menor costo que los alemanes.
De modo que hoy los ricos rodarían en Mini Cooper y no en BMW y todos comeríamos remolacha bávara. Menos mal para Alemania, que sus economistas no fueron ideologizados en las universidades inglesas.
Adriana Goenaga
ResponderEliminarAsistente de Dirección
INFRARROJO - TELEANTIOQUIA
http://www.teleantioquia.com.co/subindex.php?site=58
muy buenas, señor: Rodrigo Lara R. quisiera comunicarme con usted para tene una entrevista sobre la libertad de expresión, la experiencia que ha tenido frente a Uribe, queremos hacer un programa sobre las redes sociales, libre expresión y la opinión, esperamos su respuesta a nuestra solicitud, cómo somos de Medellín, estaremos el lunes 31 de Enero por Bogotá sería posible que usted nos la conceda
durante el día.
un gran abrazo;
Adriana Goenaga
AST. de Dirección INFRARROJO - TELEANTIOQUIA
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